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Brasil

La COP30 finalizó con compromisos mínimos, objeciones latinoamericanas y un gran trabajo por delante

Nov 24, 2025 Compartir

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La conferencia climática concluyó en Belém, Brasil, con decisiones que no incluyeron la transición de los combustibles fósiles; tuvieron un lenguaje débil en mitigación, adaptación y financiamiento; y fueron el resultado de procedimientos criticados de poco transparentes.

Por: Tais Gadea Lara.

“La COP ha terminado. Las propias negociaciones, en las que participamos 195 países, intentaron acordar medidas para mejorar la lucha contra el cambio climático. Esa es la parte de la negociación”, expresó André Corrêa do Lago, presidente de la COP30. 

Tras las tradicionales dos semanas de trabajo, un día extra de discusiones y un final con sabor amargo, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP30, concluyó en la tarde del sábado 22 de noviembre en Belém do Pará, región amazónica de Brasil. 

 Los gobiernos nacionales consensuaron una serie de decisiones que cumplen mínimamente con la ambición que, tanto algunos países como sociedad civil, esperaban. Ello aplica en particular al nulo compromiso para avanzar en la transición que deje atrás los combustibles fósiles y a las decisiones débiles sobre la implementación y el financiamiento de las políticas de adaptación.

El espíritu “histórico” que Brasil buscó dar desde que asumió la presidencia de la conferencia fue cayendo gradualmente a medida que pasaron los días, especialmente durante la segunda semana de negociaciones. 

El regreso del presidente brasileño, Lula da Silva, al predio durante el pasado miércoles y su cargada agenda de reuniones con ministros y jefes de delegaciones fue considerado por algunos más como “un día perdido de trabajo” de las negociaciones que de avance político en las mismas. 

El inesperado incendio del jueves dentro del predio -por un desperfecto eléctrico en el área de los pabellones- inevitablemente suspendió las actividades y pausó unas negociaciones a puertas cerradas que ya venían siendo difíciles y criticadas de falta de transparencia. 

En el marco del décimo aniversario del Acuerdo de París, ¿qué resultados deja la COP30? Aquí analizamos cinco ejes destacados.

Un proceso poco transparente que quedó lejos de “la COP de la Verdad”

“El año 2024 fue el primero en que la temperatura media de la Tierra superó un grado y medio por encima de los niveles preindustriales. La COP30 será la COP de la Verdad. Es hora de enfrentar la realidad y decidir si tendremos el coraje y la determinación para transformarla”, había dicho Lula en el discurso de apertura de la Cumbre de Líderes que tuvo lugar previo a la conferencia climática. 

En nombre de luchar contra la desinformación y el negacionismo científico, y de garantizar transparencia, Brasil tomó “la COP de la Verdad” como uno de los muchos eslóganes que se le buscó dar a la conferencia climática. Pero ello no fue compatible con lo ocurrido en el plenario de cierre.

Casi de inmediato, sin levantar la mirada al auditorio de delegados y sin habilitar el tradicional comentario que corresponde a todo presidente de COP “como no veo objeciones”, Corrêa do Lago martilló rápidamente tras cada ítem de agenda, empezando por aquellos que presentaban mayores dificultades y diferencias entre países. Post martillo sobre el escritorio, las decisiones están adoptadas. Los problemas no tardaron en llegar. 

Panamá, Uruguay y Colombia denunciaron que habían levantado bandera (es decir, habían pedido la palabra) antes de que adoptaran algunas de esas decisiones y la presidencia no les había dado lugar. La fría respuesta de Corrêa do Lago de que se anotarían los comentarios en el reporte de la plenaria de cierre, hizo que los países reafirmaran su denuncia y dejaran explícita su posición con una palabra que ninguna presidencia de COP quiere escuchar: objetar.

La objeción en la plenaria de adopción de decisiones significa que el país está expresamente no dando consenso a la adopción y, por lo tanto, tienen que continuar las discusiones (porque las decisiones en la COP tienen que ser 100% por consenso).

Colombia objetó el Programa de Trabajo de Mitigación. “La COP de la verdad no puede respaldar un resultado que ignora la ciencia. Según el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), casi el 75 % de las emisiones globales de CO₂ provienen de combustibles fósiles. No hay mitigación si no podemos debatir la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles con medios de implementación, de forma justa, ordenada y equitativa”, dijo Daniela Durán González, jefa de Asuntos Internacionales del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia.

Uruguay -en nombre también de Argentina, Ecuador y Paraguay- objetó la Meta Global de Adaptación. Su directora nacional de Cambio Climático, María Fernanda Souza, expresó: “Quisiéramos expresar que, como nuestros países han reiterado en las últimas horas y durante la noche, y dado que hemos tenido acceso al borrador de la decisión sobre la GCA desde ayer a las 3, incluyendo los 59 indicadores recientemente redactados, le informamos que no estamos en condiciones de apoyar la adopción de esta decisión en su forma actual”.

De hecho, mientras la presidencia avanzaba rápidamente en la aprobación de temas, InfoAmazonia había recibido un mensaje de un delegado que advertía que había países con “la bandera levantada” y la presidencia no les estaba dando lugar.

Otros países no objetaron, pero sí acompañaron sus posiciones insatisfechas con el texto de adaptación. La Unión Europea dijo “que apoyaba esos indicadores”, y Sierra Leona criticó la calidad de los mismos diciendo que eran “poco claros y, en algunos casos, insostenibles”. 

¿Cómo terminó esto?

Después de una suspensión de la sesión, la presidencia de la COP30 y la Convención de Naciones Unidas (ONU) dijeron que las objeciones habían llegado luego de que las decisiones se hayan adoptado, por lo que no había marcha atrás. Corrêa Do Lago sugirió conversar sobre ambos temas críticos en las reuniones intersesionales de junio próximo en Bonn, pero ello ya no podrá reabrir ni modificar los textos acordados.

Lo ocurrido fue un elemento más de una COP que, según habían compartido delegados y observadores, carecía de la transparencia necesaria en el proceso de discusiones para arribar a resultados que incluya los intereses de todos. 

Catherine Abreu, directora de la red para acelerar la acción climática International Climate Politics Hub, había advertido el viernes que las conversaciones que se estaban llevando a cabo no eran transparentes y que la presidencia estaba en una postura de defender el segundo paquete borrador de textos dando a los países sólo dos opciones: “tomarlo o dejarlo”. Aldem Meyer, senior associate de la consultora independiente en política climática E3G, agregó que “la presidencia había limitado la diplomacia a sólo algunos países”, en lugar de hacer realidad el trabajo en conjunto que se proponía bajo el lema del mutirao.

Ello se pudo advertir, además, por un predominio de consultas a puertas cerradas -sin incluso presencia de representantes de sociedad civil que observan el proceso-, con plenarios que no dieron lugar a las exposiciones de países y con textos que incluían cambios y nuevos contenidos que no habían formado parte de las discusiones. 

Una COP que ¿será recordada como “la COP de la adaptación”?

La COP30 tenía que decidir dos elementos clave sobre la adaptación: los indicadores que servirían como guía para acompañar la implementación de políticas de preparación ante los impactos climáticos, y la meta de financiamiento exclusivo para este tipo de políticas en países en desarrollo. En octubre pasado, Corrêa do Lago había dicho en entrevista a InfoAmazonia que “le gustaría mucho que la gente recuerde la COP30 como una COP de adaptación”. 

 Para ambos temas se adoptaron decisiones. En ninguno de los casos, ellas tuvieron la ambición que se requería. 

La adopción de las características de la Meta Global de Adaptación (GGA, por sus siglas en inglés) fue uno de los puntos más críticos de los resultados alcanzados, especialmente por los indicadores. Países desarrollados y en desarrollo expresaron su disconformidad con el listado acordado. 

La ministra uruguaya Souza expresó en el plenario que la implementación de la meta debiera basarse en el listado de 100 indicadores elaborado en base al asesoramiento técnico de expertos y trabajado durante casi dos años, y no en los 59 indicadores. que aparecieron en los últimos días en Belém. 

“La adopción del GGA significa que el trabajo sobre los indicadores finalmente puede avanzar con el apoyo del Comité de Adaptación y el Grupo de Expertos”, reconoció como algo positivo Demet Intepe, experta en adaptación y resiliencia de la organización Practical Action, y subrayó: “La ausencia de cualquier referencia al GGA en el documento político general (el Mutirao) debilita el conjunto del paquete”. 

Si bien los textos decididos no pueden reabrirse a negociación, habría una posibilidad de que en las negociaciones técnicas de Bonn en junio de 2026 se redefinan los indicadores del anexo del GGA y pueda retomarse el camino técnico realizado con anterioridad.

Belém se suponía que era, también, la oportunidad para reducir la brecha de financiamiento que se destina a mitigación y adaptación, o al menos eso esperaban los países en desarrollo. La decisión adoptada generó reacciones diferentes: algunos quedaron contentos con alcanzar lo mínimo, otros insatisfechos por el vocabulario débil.

“No hay claridad sobre cuánto dinero se destina a la adaptación, de dónde provendrá, su calidad ni cómo se medirá el progreso”, analizó en un comunicado Marlene Achoki, directora de Políticas y Promoción de Justicia Climática Global de la iniciativa para combatir la pobreza CARE International, y agregó: “Sin una financiación pública adecuada basada en subvenciones y sin ambición, el cambio climático seguirá multiplicando la pobreza y profundizando la desigualdad, especialmente para las mujeres y niñas que luchan a diario por su seguridad y dignidad”. 

La Decisión Mutirao “llama a” -verbo con debilidad en la responsabilidad e implementación- triplicar el financiamiento para adaptación. Pero no establece un año base de referencia a partir del cual incrementar el dinero. Además, la fecha calendario a cumplir la meta es 2035; no 2030 como se venía pidiendo y trabajando en las negociaciones previas. 

Incluso el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, reafirmó en conferencia de prensa: “Considero posible y deseable triplicar el financiamiento para la adaptación de aquí a 2030. Espero sinceramente que sea posible encontrar un punto intermedio en el que los países desarrollados se comprometan con estos objetivos y, al mismo tiempo, la COP atienda sus inquietudes sobre mitigación”.

Una decisión -en un país petrolero- sin compromisos nuevos para salir de los combustibles fósiles

Si hay algo de lo que se habló en la previa y durante las dos semanas de la conferencia fue la idea de Brasil de establecer una hoja de ruta -un roadmap- para hacer la transición que deje atrás a los combustibles fósiles. 

La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, Marina Silva, llevó la iniciativa a cada actividad en la que participó y cada discurso que dio en Belém. Otros países -desarrollados y en desarrollo, de Dinamarca a Colombia- pronto brindaron su apoyo a la propuesta. Pero desde la presidencia de la COP30, Corrêa do Lago reiteró una aclaración: “el tema no era un ítem de agenda en las negociaciones de esta conferencia”. 

Con un lenguaje poco preciso, la idea pareció asomar en el primer texto borrador de la Decisión Mutirao, pero se eliminó por completo en la versión adoptada.

Distintos delegados y observadores confirmaron a InfoAmazonia que la presidencia dijo en consultas que los motivos de la quita se debían a que un grupo de países apareció en su oficina a advertirle que, si había mención a los combustibles fósiles, no aceptarían los textos finales. El primer interrogante pendiente es cuánto realmente Brasil quería este roadmap dentro de la COP. 

De los 24 países que apoyaron la “Declaración de Belém sobre la transición justa que deja atrás los combustibles fósiles”, Brasil no se encuentra. Del mismo modo, tampoco integra la alianza internacional Beyond Oil & Gas (Más allá del petróleo y el gas) a través de la cual gobiernos y otros actores trabajan juntos para facilitar la eliminación progresiva de la producción de gas y petróleo hasta su terminación. 

Desde la reunión del G20 en Sudáfrica, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, apoyó la objeción de su delegación en el plenario en Belém: “No acepto que en la declaración de la COP 30 no se diga con claridad, como dice la ciencia, que la causa de la crisis climática son los combustibles fósiles que usa el capital (…) Colombia se opone a una declaración de la COP 30 que no diga la verdad científica al mundo”.

Para continuar la conversación y/o evitar una narrativa de “fracaso”, Brasil anunció que creará ese roadmap. Lo hará como presidencia de la COP30, por lo que será algo no negociado ni decidido por los países dentro de la COP. Por ello, tendrá un carácter voluntario no legalmente vinculante y continuará su camino por fuera del proceso de control e implementación del Acuerdo de París. 

Según lo poco publicado al respecto, el roadmap abordará los desafíos fiscales, económicos y sociales de la transición, señalando formas creíbles de ampliar las opciones de cero emisiones y bajas emisiones de carbono.

La Conferencia Global de Phase-Out de los Combustibles Fósiles será para muchos una instancia en el calendario para avanzar en la temática. Se realizará, con el apoyo de Países Bajos, el 28 y 29 de abril de 2026 en Santa Marta, Colombia.

Cabe recordar que en uno y otro caso se están refiriendo a dos conceptos que, en la práctica, hacen a la diferencia. El phase-out -al que refiere la conferencia- es un vocabulario más ambicioso que implica una eliminación progresiva de los combustibles hasta su terminación. En cambio, el transition away from fossil fuel-al que refiere la hoja de ruta y que se consensuó en el Balance Mundial durante la COP28 en Dubái- significa -con un lenguaje menos ambicioso- hacer una transición que deje atrás los combustibles fósiles. 

El segundo interrogante es si la hoja de ruta repetirá las características del roadmap Bakú-Belém para escalar financiamiento a $1,3 billones de dólares, que terminó siendo un mero informe con buenas recomendaciones, sin implementación dentro del proceso de la COP y al que apenas los países “le tomaron nota” en la decisión de Belém.

Un paso a favor de una transición un poco más justa

De todas las decisiones adoptadas, la del Programa de Trabajo de Transición Justa fue la más celebrada como un resultado favorable. Los países acordaron establecer un mecanismo para su implementación que buscará mejorar la cooperación internacional, la asistencia técnica, el desarrollo de capacidades y el intercambio de conocimientos, y permitir transiciones justas, equitativas e inclusivas.

El documento reconoce los derechos de las comunidades indígenas y afrodescendientes y la importancia de hacerlos partícipes de la transición. 

“Los caminos de la transición -incluyendo la expansión de la extracción de combustibles fósiles y de minerales para transición energética, y los proyectos de energías renovables a gran escala- están afectando seriamente a las comunidades indígenas y violando nuestros derechos”, expresó Emil Gualinga, miembro del pueblo indígena Kichwa de Sarayku en Ecuador, y agregó: “Esta decisión nos brinda herramientas para continuar reclamando, nacional e internacionalmente, por asegurar que todas las políticas relacionadas con la transición energética respeten nuestros derechos”. 

Del papel a la realidad, Gualinga criticó la respuesta que los organizadores de la conferencia tuvieron ante las acciones y la presencia de comunidades indígenas alrededor del predio. “La militarización de la COP muestra que las comunidades indígenas son vistas como amenaza, y lo mismo sucede en nuestros territorios: la militarización ocurre cuando defienden sus derechos ante el petróleo, la minería y otros proyectos extractivos”. 

El transversal y conflictivo financiamiento, y lo que sigue

La Decisión Mutirao incluyó elementos de un tema que fue conflictivo entre países desde un inicio: la responsabilidad de los países desarrollados de movilizar dinero público a los países en desarrollo, conforme el artículo 9.1 del Acuerdo de París.

Tras una meta de financiamiento climático decidida en 2024 que movilizará $300 mil millones de dólares anuales a partir de 2026 y con dinero proveniente de múltiples fuentes, en Belém quedó muy diluida la responsabilidad de los países desarrollados de movilizar dinero público. 

“Para que la transición justa sea posible, se necesita el apoyo del financiamiento público, una reforma del sistema económico y una hoja de ruta clara para terminar con los combustibles fósiles”, analizó Friederike Strub, campaigner de Financiamiento Climático de la organización Recourse, y agregó: “Los países ricos han hecho todo lo posible para diluir sus obligaciones financieras, negarse a pagar sus deudas climáticas y socavar los profundos cambios estructurales necesarios en una arquitectura de financiamiento climático y para el desarrollo que, hasta la fecha, no ha logrado hacer justicia”.

La decisión estableció un programa de trabajo de dos años sobre financiamiento climático que incluye el artículo 9.1, pero que refiere a financiamiento climático en general, no exclusivamente a este artículo en particular. 

¿Qué pasa de ahora en adelante? Aún queda pendiente que 79 países -incluyendo India- presenten formalmente sus planes nacionales climáticos -las conocidas NDC- con compromisos más ambiciosos que contribuyan a limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C.

Después de varias idas y vueltas, Turquía será el país que presidirá la próxima COP31. Del 09 al 20 de noviembre de 2026. La conferencia tendrá una particularidad: Australia, junto con el apoyo de los países del Océano Pacífico, estará a cargo de la presidencia de las negociaciones, es decir, de la coordinación de trabajo de las discusioens. La siguiente COP32 se celebrará en Etiopía y habrá que ver si India mantiene sus deseos de estar a cargo de la siguiente conferencia como representación de la región asiática. 

Antes de todo ello y tras el cierre de la COP30, lo más importante en el calendario ya ha comenzado: la puesta en práctica en cada uno de los países de los compromisos asumidos de manera multilateral. “La negación, la división y la geopolítica han encarado duros golpes a la cooperación internacional durante este año. La COP30 mostró que la cooperación climática está viva y empujando, manteniendo a la humanidad en la lucha por un planeta habitable”, dijo el secretario ejecutivo de la CMNUCC, Simon Stiell, tras el cierre de la conferencia, y subrayó: “No estoy diciendo que estamos ganando la pelea climática. Pero, sin duda, todavía estamos en ello y estamos luchando”.

Esta história foi produzida por InfoAmazonía através da Cobertura Socioambiental Colaborativa da COP30. Leia a reportagem original: https://infoamazonia.org/es/2025/11/24/la-cop30-finalizo-con-compromisos-minimos-objeciones-latinoamericanas-y-un-gran-trabajo-por-delante/ 

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