Representación del territorio andino-amazónico colombiano a través de fotografías e ilustraciones que retratan a las seis mamitas sabedoras de los pueblos indígenas Inga, Kamëntšá, Zio Bain, Yanacona y Kofán, y destacan a mamita Francisca Cruz Jacanamejoy Muyuy, protagonista de este relato. Crédito: Imagen compuesta por Giovanni Salazar Castañeda de Agenda Propia.

Colombia

Relato 1. El espíritu del Iaku

Cocreadores

Conoce a las y los integrantes de este proyecto >

Dec 11, 2024 Compartir

Consulta este contenido en los idiomas y lenguas

Desde el vientre del páramo de Bordoncillo se alimenta nuestro río Ftuemajay, en el alto Putumayo, territorio ancestral de los pueblos indígenas Inga y Kamëntšá. Allí se encuentra la Mamita Francisca Cruz Jacanamejoy Muyuy, de 76 años, una mujer conocedora de las plantas medicinales. Ella es del pueblo Inga, vive en la vereda Las Cruces del resguardo Manoy Santiago, en el municipio de Santiago.

En este ecosistema de montaña, Mamita Francisca armoniza al Iaku con un canto, acompañado de la melodía de semillas de cascabel y del sonido del viento que genera el movimiento de la waira sacha, hojas secas de plantas medicinales que usa para sanar.

“Iaku Iaku Iaku, maima, rikungi, Iaku Iaku Iaku maima, rikungi, nuka kal paspa, atun Iakuma, nuka kal paspa, atun Iakuma, Iaku Iaku Iaku”, canta mamita Francisca con voz suave. La traducción del idioma Inga dice: “’Agua, Agua, Agua, ¿a dónde vas? Agua, Agua, Agua, ¿a dónde vas?’. ‘Yo en mi carrera, voy hacia el mar’”.

Con este canto, que ella compuso junto a sus hijas, nos preparamos para hacer el recorrido por el páramo, lugar sagrado para nuestros Iachas o médicos tradicionales.

“Antes de entrar hay que pedirle permiso a los espíritus sabedores que cuidan la naturaleza, que cuidan el agua”, dice mamita Francisca, mientras muestra una totuma del remedio de yagé de páramo. Tomamos un poco para calentar el cuerpo y quitar los malos pensamientos. Así, caminamos protegidas. 

Al entrar al páramo se respira aire puro. Nuestro cuerpo entra en un estado de relajación y paz. El aroma es indescriptible, algo así como una mezcla de plantas, agua, flor de frailejón y otras esencias que, acompañadas de la neblina y el viento, le dan un equilibrio natural a todo el ecosistema. "

Mamita Francisca viste su pacha, el traje tradicional que usamos las mujeres Inga, compuesto por el tupullo o blusa de color rojo, la falda negra y un reboso (chalina) de color fucsia. Carga en su pecho un collar de semillas de cascabel, instrumento sagrado para armonizar, junto con otros collares de diversos colores que simbolizan la diversidad y la protección de nuestro territorio.

Lleva además una corona de plumas, que conecta con la sabiduría y la fuerza espiritual de nuestros ancestros. En su mano derecha sostiene la waira sacha y su loina o armónica, y en la otra, un frasco de vidrio con un remedio preparado a base de plantas, que servirá como protección durante el recorrido.

“Aquí en el páramo hay 26 microcuencas. Según la historia, nos decían que en las montañas hay nacimientos de agua, sobre todo en el páramo de Bordoncillo. Ahí recorre el agua con sus afluentes, llega al Río Negro, que nosotros ancestralmente la llamamos Warmiyaco y recorre el agua hacia el río Quinchoa. En el río Quinchoa hay otros afluentes que llegan el platoyaco (vereda) y recorre hacia Machoy, y de Machoy hay una canalización y llega al río Balsayaco, o sea,  al río Putumayo. El río Putumayo va hacia el Amazonas. Nosotros somos afluentes; somos dueños del Amazonas”, describe Mamita Francisca el correr de las aguas.

Mientras caminamos por el páramo con mamita Francisca –ubicado entre los departamentos de Putumayo y Nariño–, nos encontramos con muchos frailejones de hojas suaves y diferentes tamaños. En un momento, ella coloca su corona de plumas sobre un frailejón y dice que es digno de llevarla, porque esta planta es el espíritu y “amo del páramo”.

– ¿Qué representa el frailejón para usted como mamita sabedora?, le pregunto.

Con voz suave, me habla de remedios que usan nuestras abuelas y madres para el cuidado de los más pequeños: “Es una planta muy bonita, hay épocas que florecen”, dice y añade, “por ejemplo, ahorita encontramos flores y esas flores las utilizaban para los niños que se orinaban en la cama. Entonces, tres flores las cocinaban con panela y les daban y con las hojitas los envolvían en el estómago para que esté abrigadito, para que no le pase el frío. También, las mujeres que estaban de dieta utilizaban las hojas, porque las hojas son como abrigadas como las cobijitas”.

Al observar al frailejón con la corona de plumas, mamita Francisca comenta que donde está la planta hay nacederos y se reproduce el agua, por eso, “nosotros tenemos que conservar. Nunca dañemos maticas de frailejón”.

En el camino, la mamita recuerda las palabras de su abuelo Francisco, a quien el agua le habló y le dejó un mensaje para su familia y su comunidad: “Decía el abuelo que un día escuchó que el agua le decía: ‘Francisco, cuida el agua, hagan semilleros y hagan siembras en las orillas de los ríos para que sostengan la tierra y no haya derrumbes, no haya desgracias. Porque el agua, yo soy ciega, yo no tengo ojos, el agua no puede mirar nada lo que pasa a su paso, por eso ustedes, como seres conscientes, cuiden el agua’. Si nosotros no cuidamos, como nos dice el agua que no tiene ojos pero sí nos presta grandes servicios para la humanidad, sin agua nos moriremos todos”.

En su relato se siente su preocupación. El agua se agota y se gasta más de lo necesario. Además, el territorio está siendo fumigado y se está llenando de monocultivos. Falta conciencia para cuidarla.

Además de los frailejones, en el páramo hay diferentes plantas que se usan como medicina. “El granicillo es una planta que sirve para las mujeres cuando hay irregularidades con la menstruación”, explica mamita Francisca. Dice que se toma poco, con panela y con aguardiente, y que se hacen las curaciones propias en casa. Ella también habla de la chichaja, arbusto que reemplaza al yagé de páramo. Esta, como el yagé, se bebe en ceremonias. “Con el yagé caminamos nosotros los ingas”, dice.

Todos tenemos que cuidar 'a nuestro Iaku', dice mamita Francisca, porque, a través de los ríos, conecta la historia, el origen de los pueblos y la Madre Tierra. "

Durante el recorrido, conversamos que así como brota el agua, de igual forma crecen las plantas, y estas, además de ser medicinales, son el alimento de la danta, el oso anteojos y otros animales que habitan el territorio. “No se pueden cortar todas las plantas que come el oso. Debemos tener cuidado para dejar en reserva, para que tenga cómo alimentarse y cómo vivir”, advierte mamita Francisca.

En el páramo, además, hay “muchos animalitos que cuidan la naturaleza, como la lagartija. También hay mosquitos, hay de todo; son parte de la naturaleza y hay que cuidarlos, no hay que matarlos para que sigan existiendo. También hay pajaritos que están en la naturaleza, en la naturaleza viva” sigue narrando la mamita.

La mamita nos cuenta también la leyenda de Carlos Tamabioy, considerado taita de taitas, quien donó tierras para los pueblos Inga. Relata que él practicaba mucho la siembra de árboles en los lugares donde había agua, para que esta perdurara, permaneciera limpia y no se agotara nunca. Sabía que el agua es fundamental para la vida de los seres humanos, los animales, las plantas y también de la Pachamama.

Nuestro recorrido termina en el lugar donde hay tres nacimientos de agua que abastecen el páramo. El sitio está cubierto de musgo, y al tocarlo, brota agua. Hay plantas de varios tonos de verde que se mezclan con el agua cristalina, la cual fluye hacia el sur, donde en el camino encuentra ríos y quebradas que se unen al Ftuemajay, conectando con todo el territorio que abastece los cultivos, las montañas, las selvas y los lugares de consumo de los seres humanos.

Sigue el viaje de las “Cuidadoras del espíritu del Iaku” con el relato de mamita María Luz Beri Piaguaje, quien en el Cabildo Jai Ziaya Bain, le enseña a niñas y niños sobre la importancia de las plantas para la siembra de agua. 

Nota. Esta historia hace parte de la serie Territorio del Iaku. Tejido de voces cuidadoras del agua en Putumayo, cocreada por narradoras y narradores de pueblos indígenas, campesinos y colectivos de comunicación durante la séptima versión del Programa de Periodismo Colaborativo Intercultural de Agenda Propia. El especial se enfoca en las realidades y los sentires del agua en el piedemonte andino-amazónico colombiano.

Comparta en sus redes sociales

132 visitas

Comparta en sus redes sociales

132 visitas


Comentar

Lo más leído


Ver más
image

Rituales para llamar la lluvia, la respuesta espiritual de los Yampara a la sequía

Espiritualidad para combatir la sequía que afecta a familias indígenas productoras.

image

Indígenas en México son guardianes de la abeja nativa pisilnekmej

La cosecha de la miel de la abeja melipona, especie sin aguijón, es una actividad ancestral de los pueblos indígenas Totonakus y Nahuas en la Sierra Norte de Puebla, en México. La producción beneficia económicamente a las familias y les permite proteger el territorio, pero hay serias amenazas sobre la actividad.

image

“¡No olvidemos nuestro idioma Shuar!”

La nacionalidad o pueblo indígena Shuar, ubicada en la cordillera del Cóndor, en la provincia Morona Santiago de la Amazonía ecuatoriana, se enfrenta al temor de la pérdida de su lengua Shuar Chicham.