Autoridad indígena Wayuu escribe su sentir sobre su territorio que queda en la frontera entre Colombia y Venezuela.

Luzbeidy Monterrosa Atencio.
Colombia | Venezuela

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Jan 15, 2020 Compartir

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Con las palabras sabias de las mujeres mayores, jóvenes y niñas del pueblo Wayuu, esta serie de retratos narra lo que representa para ellas el pertenecer a un territorio al que le han impuesto una línea fronteriza entre Colombia y Venezuela. Esta historia se construyó desde las comunidades Alakat y Majali, ubicadas en el departamento colombiano de La Guajira, a 45 minutos de la frontera.

El pueblo Wayuu percibe a La Guajira desde la forma de respirar, sentir, mirar, caminar, y así se logra comprender el amor hacia esta tierra ancestral que se divide en dos: Venezuela y Colombia. En ambos países, los Wayuu conciben la figura de la mujer como un eje fundamental para la continuidad de la memoria desde la línea matrilineal, transmitida de generación en generación. Por esta razón, esta serie de retratos parte de la naturaleza de la maternidad y se hila con las voces de mujeres, jóvenes y niñas del pueblo Wayuu, quienes hablan de la importancia de seguir soñando y caminando el territorio que les fue heredado por los alaülaayuu (abuelos), con la única voluntad de permanecer siendo de la misma tierra aunque se les imponga una línea fronteriza para dividir el pensamiento y alejarlas de lo que fueron, son y desean seguir siendo: alaülaa sulu'u woumain (dueñas de su territorio).

Las comunidades Alakat (corregimiento de Maicao) y Majali (zona rural de Manaure) se encuentran ubicadas en Colombia, a 45 minutos de la frontera con Venezuela. Allí, las mujeres con sus escritos y miradas expresaron el significado de la palabra frontera desde el sentir como pueblo Wayuu.

Según le contaron a Agenda Propia, ellas comprenden que la vida transcurre en medio del tejido y la transmisión del conocimiento a sus hijos e hijas, sobrinos y sobrinas, nietos y nietas. Pero también viven de cerca la situación actual de migración y retorno que ha hecho que la coyuntura del país se traduzca en muchas afectaciones para el territorio. Sin embargo, solo se escucha un sincero deseo de seguir siendo un pueblo de sueños y esperanza para nunca dejar de existir.

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