Imagen ilustrada basada en fotografías del contexto real de las comunidades.

Giovanni Salazar.
Perú

Los Amahuacas “crías de ronsoco’’ y la lucha por la recuperación de su lengua

Jun 15, 2021 Compartir

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En Sepahua, un pueblo ubicado en la selva de Ucayali, en la Amazonía peruana, viven alrededor de 78 familias indígenas Amahuaca, que aunque mantienen gran parte de sus costumbres, ven amenazada la existencia de su lengua. La colonización, el brusco encuentro con las formas de vida del mundo occidental y la vulneración de derechos fundamentales han llevado a que los Amahuaca, también conocidos como Yora, no enseñen su lengua completamente a las nuevas generaciones, según lo han expresado los indígenas Alcira Piño y Carlos Meléndez.

En el pasado, los Amahuaca se asentaron en los territorios de los departamentos de Ucayali y Madre de Dios, en Perú, y en el estado de Acre, en Brasil. La distribución de familias y grupos por este territorio, además de las divisiones geográficas llevaron a que dentro de la nación Yora existieran distintas variantes lingüísticas: arara, shawädawa y amahuaca. 

Hoy día, ellos ven con preocupación que su idioma desaparece, por esa razón lideran iniciativas con el objetivo de formalizar caseríos o asentamientos netamente amahuacas y realizan actividades para impartir el modelo educativo peruano en la lengua tradicional. 

Ficha técnica

Tipo de contenido: Sonoro.
Año de realización: 2021
Título de la serie: Voces de la Amazonía. ¡Escucha, la memoria habla!
Realizador(ar): Óscar Felipe Téllez D.
Lugar: Perú
Duración: 00:12:27

La recuperación de la lengua, una lucha del pueblo Amahuaca en Perú

Son 78 las familias amahuacas que viven dentro del territorio de la Comunidad Nativa de Sepahua, en la Amazonía peruana. Una de sus preocupaciones es que su lengua se ha debilitado. Hoy los conocedores del idioma propio tratan de recuperarlo.

Era la década del 50, cuando Alcira Piño, una mujer del pueblo indígena Amahuaca que no entendía de meses ni de días, salió de su comunidad a trabajar y a tener contacto con el mundo occidental. Recuerda que, junto a su familia, bajó a la boca de la quebrada Motoroya hacia el asentamiento San Martín, ubicado en la margen derecha del río Sepahua, a una hora de viaje por río desde Villa Sepahua (zona urbana del distrito de Sepahua). Cuando llegaron a su destino encontraron que los pobladores hablaban una lengua distinta a la suya, era difícil que les entendieran. Con el pasar de los días y meses Alcira debió aprender castellano. El contacto con los ‘blancos’ también le dejó otras enseñanzas, como la del transporte de carga vía fluvial, labor a la que se dedicó por varios años.

Alcira, madre de dos hijas, es uno de los miles de casos de pobladores de Sepahua y el Bajo Urubamba (cuenca hidrográfica que incluye el río Sepahua) que, no solo preservan la lengua o idioma que heredaron de sus padres y abuelos, sino que aprendieron el castellano (o a veces el inglés) cuando establecieron relaciones estrechas con madereros, caucheros, comerciantes de pieles, misioneros y colonos.

En muchos hogares se ha optado por minimizar la lengua tradicional de los pueblos indígenas y se ha designado al castellano como único sistema de comunicación verbal presente en la zona, en su libro Sepahua XI: el deseo de supervivencia, el misionero dominico Ricardo Álvarez Lobo escribió: 

‘’La Constitución Política dice que el Perú es un país plurilingüe y pluricultural pero, en la práctica, se niega esto a las comunidades nativas (las de Sepahua y el Bajo Urubamba) y se busca la unificación de la nación en la lengua y cultura occidentales’’.

Para el caso de Sepahua, es el pueblo Amahuaca el que más ha sufrido una reducción considerable de la lengua, en cifras brindadas por la propia Comunidad Nativa de Sepahua, se estima que alrededor del 90% de la población menor de 20 años desconoce el idioma de su pueblo. Tal como lo ha explicado Carlos Meléndez, profesor Amahuaca que impulsa la enseñanza en la zona del río Sepahua, ‘’los jóvenes no saben su propia lengua, incluso mis hermanos, mis primos, no hablan, no enseñan a los jóvenes afirmando que les da vergüenza’’.

En el recuento de hechos históricos realizado por el misionero Ricardo Álvarez Lobo, él cuenta que para la extracción de madera, los industriales de la selva buscaban los servicios de jóvenes amahuacas (y yaminahuas) que permanecían de dos a tres meses ‘’monte adentro’’ talando árboles de distintas especies: caoba, cedro, quillabordón, anacaspi, lupuna, etc. 

El misionero escribe en su texto Sepahua VII: un pueblo con futuro la forma en que la riqueza cultural se ve suprimida en las tareas industriales de explotación.

‘’El nativo, convertido en peón extractivo, debe seguir la natural ecología del árbol o de otra materia extractiva cotizada en el mercado. Por su contrato de trabajo, más que un nómada, es un trashumante depredador de la naturaleza, que la destruye y no la ayuda a reproducirse; pero, además, es un destructor de sí mismo, de su etnia, de su cultura, porque al estar separado de su ambiente natural pierde la ideología que le hace sentirse miembro de una sociedad integrada en un medio ecológico concreto”.

Para el antropólogo Donaldo Pinedo, director del Centro Cultural José Pío Aza en Perú, teniendo como referencia los estudios lingüísticos, la negación de un idioma y la aceptación de otro no significa especialmente una pérdida invaluable para los pueblos. Es más bien una situación común de su evolución. ‘’Que el Amahuaca no hable amahuaca, pero hable castellano, no significa que deje de ser Amahuaca”, ha afirmado el antropólogo.

No obstante, algunas personas, como Alcira, quien ha soñado con transmitir sus conocimientos a sus nietos sin ninguna restricción, dice que la dificultad radica en la discriminación y racismo de algunas de las parejas de integrantes de la comunidad totalmente ajenas a las costumbres del pueblo indígena Amahuaca. 

Según Alcira, la historia ha mostrado actitudes de violencia que reprimen el sentir del amahuaca, sobre todo de las mujeres. Alcira ha narrado cómo el padre de sus hijas, de costumbres occidentales, y dedicado a la explotación de madera, restringía el uso del idioma amahuaca en el hogar.

Hoy, en un contexto intercultural, hay esperanza de recuperar la lengua. Carlos y Alcira quieren avivar su idioma. Ellos, y otros miembros de la comunidad, pretenden formalizar un caserío propio que permita no solo salvar la lengua, sino otras costumbres que se han ido perdiendo como la agricultura amigable con el bosque, la pesca para el consumo sin fines comerciales, la caza e incluso la explotación de productos maderables que cumpla con las políticas de preservación de áreas boscosas. 

Nota.La serie sonora documental Voces de la Amazonía ¡Escucha, la memoria habla!, fue producida en un proceso de co-creación con periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de la Red Tejiendo Historias (Rede Tecendo Histórias), bajo la coordinación editorial del medio independiente Agenda Propia

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