Representación gráfica con fotografías del reportaje e ilustraciones del territorio que muestra el trabajo comunitario para proteger los ecosistemas acuáticos de Puerto Asís. Crédito: Imagen compuesta por Giovanni Salazar Castañeda de Agenda Propia.

Colombia

Conflictos y cuidados de los humedales tras la expansión urbana de Puerto Asís

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Nov 29, 2024 Compartir

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Un complejo de 43 humedales –que antes era sólo uno y conectaba el territorio andino-amazónico entre Colombia y Ecuador– se está asfixiando por la expansión sin control de la ciudad de Puerto Asís. Animales y plantas silvestres viven en un hábitat reducido y las personas ven con preocupación cómo el agua se contamina y escasea en épocas de verano. Organizaciones de la sociedad civil se han organizado para devolverle la vida a las madreviejas, como se les conoce a los antiguos brazos del río Putumayo.

El barrio El Poblado está ubicado en el noroccidente de la ciudad putumayense de Puerto Asís, en la zona que experimenta la mayor expansión urbana. Hace quince años, este lugar, que ha crecido por etapas (hoy existen cinco), parecía una suma de pequeñas islas en medio de un complejo de humedales o madreviejas vestigio de los cauces abandonados del río Putumayo que atravesaban casi toda la cabecera municipal. Con el tiempo, a este cuerpo de agua lo han rellenado con materiales como llantas, madera, cemento y ladrillos, para convertirlo en suelo sólido donde, como es el caso de El Poblado, alrededor de 200 familias han construido sus casas. 

Hasta este barrio y otros lugares de Puerto Asís, llegamos –la autora de este reportaje y el fotógrafo, integrantes del Colectivo Ríos y Reconciliación– para retratar cómo el sistema de humedales se ha ido transformando en islas rodeadas de viviendas y vías, fragmentándose y disminuyendo cada vez más. 

En la voz de Ana Romo, presidenta de la junta de acción comunal (JAC) de El Poblado, “nuestra comunidad es una de las tantas en Puerto Asís que se han fundado a través de invasiones, comunidades no planificadas sino pobladas por familias en la búsqueda de un espacio para vivir. Nuestras comunidades han sido responsables por la tala indiscriminada de bosque y la ocupación de los humedales. Ahora estos están desapareciendo y sus cauces se están cortando y contaminando”.

Cuando amanece en El Poblado, y la luz del sol apenas comienza a salir entre la vegetación, se escucha el canto de las aves monazas, cucu ardillas, loros y tucanos,  entre otros pájaros diurnos. Cuando cae la noche, se oye la orquesta nocturna: el cri-cri-cri constante de los grillos, el croar de las ranas, el ulular profundo de los búhos y el elocuente canto de los tinamúes. Esta biodiversidad, aunque disminuida, y el creciente reconocimiento de la importancia de los humedales como reservorios de agua que abastecen a los aljibes (principal fuente hídrica para la población) han impulsado a las lideresas del sector y a varias JAC a asumir su conservación.

“No queremos replicar los errores que se han cometido en el centro de la ciudad, donde no hay ni un árbol, la gente sufre problemas de agua y todos los humedales se rellenaron. Podemos vivir con la naturaleza en El Poblado”, afirma Luz Gaitán, lideresa del barrio.

Sin embargo, los desafíos son grandes. 

El rumbo del agua sin servicios públicos

El Poblado cuenta con cinco nacederos de agua y una quebrada, los cuales forman parte de los tres humedales que aún existen entre sus etapas; estos cuerpos de agua están afectados porque el barrio no está conectado al sistema de alcantarillado de la ciudad. En muchas de las casas se ven las tuberías descargando aguas grises (de cocinas, duchas y lavadoras) directamente a la quebrada o corriendo por zanjas de drenaje en los suelos rojizos de la llanura amazónica en dirección a zonas de humedal y a las quebradas San Nicolás y Cocayá (afluentes del río Putumayo). 

En agosto de 2024 colapsó el pozo séptico de la escuela de El Poblado, a la que asisten 230 niños y niñas, provocando una emergencia sanitaria por la posible contaminación del aljibe, según las autoridades municipales. A la fecha, no existen estudios sobre la calidad del agua de los acuíferos como tampoco hay información oficial sobre las dinámicas subterráneas entre las ubicaciones de los pozos sépticos y su cercanía a estos pozos.

Sin embargo, la falta de servicios públicos no sólo afecta a los habitantes de El Poblado sino también a otros sectores de la ciudad.

“Algunos vecinos me preguntan dónde echar sus aguas grises, sus desechos, si no tenemos alcantarillado y tampoco una planta de tratamiento de aguas residuales”, cuenta Alcibiades Pai, quien desde hace dos años es presidente de la JAC de la Ciudadela Amazónica, otro barrio que comenzó como una invasión en el noroccidente de Puerto Asís. 

Actualmente, este sector cuenta con tres humedales, el más grande está en su centro, cerca de la caseta comunal. Alcibiades y Rubén Darío Jurado, vicepresidente de la JAC, lograron que la alcaldía pusiera una valla de “área protegida” frente a la zona. Juntos cercaron el humedal para evitar futuros intentos de ocupación, después de dialogar con algunas personas que ya habían comenzado a invadir este cuerpo de agua. 

Mientras nos adentramos en el humedal con ellos, vemos el ave Martín Pescador posado en un árbol y varias libélulas revoloteando sobre los charcos de agua en donde nadan las crías de mojarra; una vecina del sector nos habla de la cantidad de loros y garzas que visitan el lugar. 

El trabajo comunitario de proteger estos ecosistemas acuáticos no es fácil. Habitantes de la Ciudadela Amazónica cuentan cómo en la noche o el fin de semana, cuando la policía y la administración municipal no están trabajando, llega gente con volquetas a echar material de relleno. 

“Como líderes comunitarios hemos intentado impedir la invasión de nuestros humedales, pero estas personas nos dicen: ‘Ustedes están en contra del desarrollo del municipio, no dejan vivir’. No se dan cuenta de que si se permiten más vías, sellando los pasos de agua o construcciones, fragmentando los humedales, habrá más inundaciones en las épocas de lluvia”, advierte Alcibiades y añade: “Vivir sin energía, sin alcantarillado, sin poder construir un baño porque los pozos sépticos no son viables en área de humedal, no es tener las mejores condiciones”. 

Timelapse del movimiento natural del río Putumayo, formación de madreviejas en los antiguos cauces del río y crecimiento urbano de Puerto Asís. Fotografías de los años 1987, 1995, 1996, 1999 y 2022. Crédito: cocreación de Diego Rodríguez y Daniel Mendieta.

Según la Secretaría de Planeación, Desarrollo y Medio Ambiente municipal (en adelante, Planeación), más del 95 por ciento de los barrios de Puerto Asís es producto de invasiones. Este proceso ha fracturado en 43 humedales al gran complejo de madreviejas que antes componía este municipio, unas 504,47 hectáreas según el Plan de Manejo Ambiental de los Humedales Urbanos (PMA), formulado y próximo a ser aprobado por la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía (Corpoamazonia). Todo proyecto urbanístico requiere un permiso de Planeación donde se revisan las normas o determinantes ambientales. Sin embargo, el ordenamiento territorial y la gestión de riesgo son un reto histórico para las alcaldías y entes de control de la región.

La falta de planeación y las crecientes tensiones entre habitantes debido a las invasiones de humedales sin que haya acciones concretas de sanción y protección desde las autoridades, llevó a la Alcaldía a solicitar no sólo la formulación del PMA sino también la presencia de policía ambiental en el municipio. Sin embargo, este requerimiento sigue pendiente debido a la falta de recurso humano suficiente de policía preparada en esta área, según la respuesta recibida por los funcionarios de Planeación. A pesar de las denuncias de las comunidades, funcionarios de esta Secretaría –con el acompañamiento de la inspección de policía y agentes de la policía nacional– intentan dar una respuesta, interviniendo con advertencias y algunas multas, arrestos y demoliciones. 

“Cada semana descubrimos una nueva urbanización”, dice Carlos Eduardo Vargas Velásquez, secretario de Planeación. “Pasa aquí, como en todo el país, no sólo son personas vulnerables que invaden, sino también grandes urbanizadores sin permisos y personas que invaden para luego vender los terrenos. Gastamos el 70 por ciento del presupuesto municipal en salud y el 12 por ciento en educación. Quedan sólo 25 mil millones de recursos libres. Ordenar el municipio alrededor del agua es un reto que requiere un esfuerzo casi imposible, pero estamos gestionando y adelantando funciones”, asegura.

Desde Planeación se han organizado y acompañado varias iniciativas comunitarias, como mingas de limpieza y reforestación de quebradas y humedales. También han desarrollado campañas de recolección de residuos sólidos, ya que el botadero municipal a cielo abierto no tiene la capacidad de recibir llantas, electrodomésticos, colchones, escombros, huesos de animales y otros materiales que muchas veces terminan arrojados en los humedales en las periferias de la ciudad. 

Ante la falta de acueducto, los aljibes

De los aproximadamente 38 901 habitantes que a 2024 tiene Puerto Asís (según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE), incluyendo un cabildo del pueblo indígena Zio Bain (Siona) y seis consejos comunitarios de comunidades afrodescendientes, sólo entre el 16 y el 18 por ciento recibe suministro de agua del acueducto municipal que se abastece de la quebrada Agua Negra, de acuerdo a datos oficiales obtenidos en entrevista con el gerente Luis Gabriel Coral Jurado de la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Puerto Asís (Eaaap). Es por esa razón que casi todas las viviendas tienen aljibes. Además, el flujo del agua del acueducto no es constante durante el día y tampoco suele ser de buena calidad, por lo que necesita procesos de filtración, ebullición y desinfección química. 

La población también depende de la recolección de aguas lluvia y de las rutas diarias de los carrotanques de la Eaaap para abastecer a las personas e instituciones que han contratado este servicio en los barrios donde la red de acueducto no llega. Incluso, en temporadas secas extremas, se ven personas cargando agua en baldes y carretillas desde el río Putumayo. 

«La gente aguanta el verano y dice que lloverá y se recuperará el agua, pero mi abuelo lleva 71 años aquí y cuenta que nunca había sufrido un calor así», Fredy Santander, miembro del comité ambiental de la JAC de El Poblado. "

En diferentes sectores, los habitantes observan cambios en la cantidad y calidad del agua de sus aljibes. 

En el sector Obrero, una residente cuenta que el agua ahora sale turbia y con un sabor a metales; en San Nicolás y La Floresta algunos habitantes la describen con un olor fétido y a caucho. Una mujer que vive en el barrio Buenos Aires relata que en los últimos cinco años el agua de su aljibe ha bajado un metro y medio, y en El Poblado, el verano intenso de 2023 afectó notablemente los niveles de agua subterránea en varias de sus etapas.

Por las altas temperaturas, sus habitantes tienen que hidratarse y bañarse más, pero muchos de los aljibes están cada vez más bajos. “La excusa no puede ser que todo Puerto Asís era humedal y fue invadido, entonces qué importa seguir rellenando y construyendo”, dice Fredy, resaltando que los humedales son las fuentes principales de las quebradas y los acuíferos que alimentan sus espejos de agua y aljibes.

La fragmentación de los humedales afecta la fauna 

Además de suministrar el agua dulce y recargar las corrientes subterráneas para el consumo humano, los humedales son ecosistemas que albergan una gran cantidad de biodiversidad. 

Una pareja de adultos mayores residentes en La Floresta, y que vive al lado del humedal más grande de la ciudad conocido como San Fernando, recuerda todas las especies que lo habitaban hace treinta años: tortugas, cachirres (pequeños caimanes), borugas, chigüiros, armadillos, temblones, peces dormilones, culebras, zarigüeyas, guaras, ranas, y un sinnúmero de aves como tentes, guacharacas, tanguanes, garzas, colibríes, patos chilenos, pavas hediondas y pollas de agua. 

Entre 2012 y 2022, este humedal de 33 hectáreas terminó fracturado y afectado por la edificación de una ferretería, la descarga recurrente de agua saturada de cloro desde una piscina privada en el barrio y la construcción de dos vías y puentes. Además, ahora lo están transformando en un controversial ecoparque que tiene una inversión de $10,103,112,542 (más de diez mil millones de pesos) según una valla instalada en la vía pública por el mismo contratista. El proyecto es cofinanciado entre la Gobernación del Putumayo y la Alcaldía de Puerto Asís y se espera que sea el primer parque ecológico de la región. Su levantamiento ha implicado el desarrollo de una extensa plataforma elevada de cemento en medio del humedal, la creación de túneles subterráneos para replicar los corredores de la fauna terrestre, y rodear su área con una cerca de alambre. 

Así como la pareja de La Floresta, otros ciudadanos cuestionan el proyecto por sus impactos en el ecosistema y la manera en que restringe la circulación de la fauna aérea y terrestre, como monos, perezosos, chigüiros, erizos, armadillos y aves.

Caminamos con esta pareja a Corralito de Piedra, otro barrio de invasión cercano a La Floresta que rodea el humedal San Fernando. Allí conversamos con dos mujeres sentadas frente a sus casas. Nos mostraron la demarcación advertida por funcionarios de la municipalidad de hasta dónde se puede seguir rellenando para crear lotes porque, como dicen haciendo referencia al inicio del área restante de humedal, “por allá es demasiado chuquio”, expresión coloquial para un lugar pantanoso.

Al observar de cerca este límite, se ven capas de tierra rojiza y aplanada que van tapando la flora acuática saturada con agua, que sigue reclamando su espacio. Una hilera de palmas de canangucho que crece en lugares húmedos se alza sobre el lugar y la vegetación atrás se pone más tupida. Las mujeres nos cuentan que cientos de loros llegan en las madrugadas a la palma de coco al lado de sus casas. 

“Los animales se desplazan hasta aquí, huyendo y buscando refugio. Mira todo este pasto pará”, narra el hombre de La Floresta, haciendo un gesto hacia el forraje alto de fácil adaptación en zonas húmedas que está creciendo al lado y lado de la vía destapada. “Mi abuelo me decía que este pasto es propio de los humedales porque soporta las inundaciones, entonces, todo esto era humedal”, señala. 

“Las aves se trasladan cuando hay estrés y después vuelven si las condiciones mejoran. Los reptiles y ranas salen por contaminación. Hoy hay chuchas que suben a los techos de las casas buscando comida porque su hábitat se ha reducido, y hay serpientes entrando en hogares y escuelas. Las personas las matan porque no hay una cultura de convivencia con estos animales”, asegura preocupado Michael Quiñones, cofundador del Grupo Observador de Aves de Puerto Asís (Goapa). El también ecólogo y habitante del barrio Los Lagos añade que “los procesos de desplazamiento y pérdida de la fauna son continuos, y aunque es difícil recuperar un humedal, se pueden tomar acciones para lograr recuperaciones parciales y eliminar las agresiones hacia estos animales, parte de la ecología urbana”. 

Esfuerzos comunitarios para cuidar los humedales urbanos

En sintonía con la idea de impulsar procesos de restauración ecológica, las JAC de barrios como El Poblado, Ciudadela Amazónica y 20 de Julio, además de asociaciones en la vereda Santana y organizaciones sociales de Puerto Asís, han iniciado acciones comunitarias para cuidar sus humedales urbanos y fuentes hídricas.

Por ejemplo, desde hace tres años, lideresas de El Poblado realizan mingas para tratar los temas ambientales con su comunidad, reconocen la importancia de distintos tipos de árboles que aún quedan en el barrio y hacen recorridos para observar el estado de los nacederos de agua y la cantidad de fauna. Además, organizan jornadas de limpieza para descontaminar el humedal en la vía hacia el botadero municipal Kilili, en donde la gente bota la basura que no le reciben allí. En la primera minga la comunidad trabajó con el apoyo de la alcaldía, la empresa de aseo municipal y la policía, logrando recoger cuatro volquetas y un camión pequeño de residuos sólidos. En la segunda se redujo a tres volquetas y en la tercera a sólo dos. Estos resultados han animado a la comunidad a seguir con este tipo de labores.

“En la minga de este 2024 no recogimos una volquetada sino doce costales llenos de ropa que la gente tiraba y bolsas plásticas. Fue una reducción de basura notable. Espero que siga disminuyendo y que se siga creando conciencia. En las primeras mingas fuimos 60 personas y ahora, en la más reciente, fuimos 100. Se han ido integrando los jóvenes además de los más pequeños”, cuenta Ana Roma.

La comunidad aprovecha los trabajos colectivos para conversar con niñas y niños sobre la importancia de los humedales y escucharles hablar sobre micos, ardillas, loros y otros pájaros que escuchan en las mañanas, camino a la escuela. "

Las mujeres después de participar en el mercado campesino que organiza la alcaldía municipal cada quince días (en donde venden productos cultivados en el barrio como dulce de papaya, limón, carambolo, guayaba y envueltos de yuca), comenzaron a promover acciones de reforestación en El Poblado. En 2024 ya han sembrado 300 árboles (maderables, frutales y cuidadores del agua) en los humedales, espacios verdes, pasos de agua y la cancha del barrio. 

Alcibiades y Rubén Darío también promueven acciones en la Ciudadela Amazónica. Con la comunidad, han comenzado a reforestar las zonas verdes y el área aledaña al humedal con árboles de guamo, chiparo, palma de coco, cananguchos y guayabo que gestionaron como donación. La presencia de estos árboles es importante para señalar la existencia del humedal, pues afirman que muchos de los residentes no reconocen las plantas acuáticas. 

“Nuestro sueño es crear un aula ambiental y un sendero ecológico alrededor del humedal para que los habitantes de Puerto Asís y nuestro barrio puedan aprender desde las dinámicas de estos ecosistemas”, dice Alcibiades. 

De igual manera, once familias que habitan la microcuenca de la quebrada Agua Negra conforman la Asociación de Productores Agropecuarios y Sostenibles del Putumayo – Apasap Turística y llevan más de dos décadas cuidando este cuerpo de agua. La quebrada fluye desde la vereda Santana hasta Puerto Asís y abastece el acueducto de la ciudad.

En su mayoría, los miembros de la Asociación son pequeños ganaderos que decidieron, en sus palabras, “mejorar sus prácticas”. “Queremos cambiar el paisaje”, dice Esneda Castañeda, una de las fundadoras de Apasap: “Iniciamos con cercas vivas, bancos de forraje y recolección de residuos sólidos para la elaboración de abonos orgánicos. Seguimos organizando mingas de limpieza de la microcuenca, la reforestación de las riberas y humedales y campañas de concientización”. 

En 2018, estas familias comenzaron a ofrecer servicios de turismo comunitario como alternativas a la ganadería y a los cultivos de coca. Hoy, seis años después, ya tienen alrededor de 351 hectáreas de la microcuenca en procesos de restauración. 

Juntanza por la cuenca

Gracias al llamado de estas JAC y otras organizaciones para visibilizar las amenazas a los humedales urbanos y la necesidad de que la comunidad tenga más incidencia en la gestión ambiental del municipio, se solicitó que Corpoamazonia hiciera una audiencia pública para dialogar sobre el recién formulado PMA de Puerto Asís. El encuentro se realizó el 3 de agosto de 2024. Allí, lideresas y líderes presentaron inquietudes sobre el contenido del plan (por qué es mínima el área de recuperación de humedales y cuál fue la clasificación utilizada para identificar y delimitar los humedales, por ejemplo) y aprovecharon para hacerle preguntas a la autoridad ambiental como: “¿Dónde estaba Corpoamazonia cuando construyeron la Casa de la Cultura sobre un humedal?”, “¿dónde estaba cuando construyeron la Casa de la Mujer, los barrios La Montaña, Los Lagos, la mitad de Corralito de Piedra y La Floresta sobre humedales?”.

Saira Romo, funcionaria de la entidad, reconoció la deuda histórica que Corpoamazonia tiene con Puerto Asís y su sistema de humedales, además dijo que el plan es un “primer paso” hacia la rectificación de estas omisiones.

Esta política pública, que sería el primer plan de humedales urbanos en Putumayo, es significativa tanto para la administración –dada su responsabilidad de implementar el ordenamiento territorial, límite urbano y normas ambientales municipales– como para las comunidades –que buscan proteger los humedales restantes en sus barrios–.  "

Durante la audiencia, las comunidades dejaron claro que más que producir otro documento técnico, hay que garantizar los recursos y la capacidad institucional para implementar las líneas de acción del Plan y proteger la vida de quienes cuidan los humedales.

“Como líderes tenemos una misión de protección ambiental, pero también tememos por nuestras vidas porque no todo el mundo tiene la misma visión. Eso ha llevado a que no podamos actuar con tranquilidad y acudimos a las autoridades para que se apersonen del asunto y nos apoyen”, enfatiza Ana Romo de El Poblado. 

La alianza tejida entre las organizaciones sociales de Puerto Asís y el proceso participativo bioregional Juntanza por las Cuencas Andinoamazónicas gestionó la audiencia. Esta causa colectiva comenzó hace dos años, en 2022, y desde entonces se han realizado encuentros en el Alto Putumayo, Mocoa, Valle del Guamuez y Puerto Asís para cuidar el agua a lo largo de las dos cuencas del departamento: los ríos Caquetá y Putumayo, afluentes del Amazonas. 

Con todas estas acciones, El Poblado quiere convertir a su comunidad en un barrio ecológico en donde vivan en armonía con los animales, los árboles y las plantas. “Queremos que los humedales sean nombrados patrimonio biocultural de nuestros barrios”, afirma Ana. 

Ese sueño se ve reflejado en un mural pintado en la caseta comunal de El Poblado. La imagen, según Fredy, muestra a vecinos trabajando en mingas para construir sus casas, enamorándose bajo los árboles y agrupados alrededor del fuego de los almuerzos comunitarios. También la comunidad está acompañada por ardillas, colibríes, mochileros y otra cantidad de flora y fauna que frecuenta los humedales y la quebrada del barrio.

Mensaje del equipo de investigación de este artículo

Gracias a las JAC de Puerto Asís y a todos los colectivos y personas del municipio que aportaron a esta cocreación. Caminar con las comunidades urbanas que sueñan con la posibilidad de vivir en una ciudad que respeta su identidad y condiciones anfibias amazónicas ha sido un proceso bello e inspirador. Ustedes nos recuerdan que somos cuenca, somos andino-amazonía. ¡Qué cuidar el agua no nos cueste la vida!

Nota. Esta historia hace parte de la serie Territorio del Iaku. Tejido de voces cuidadoras del agua en Putumayo, cocreada por narradoras y narradores de pueblos indígenas, campesinos y colectivos de comunicación durante la séptima versión del Programa de Periodismo Colaborativo Intercultural de Agenda Propia. El especial se enfoca en las realidades y los sentires del agua en el piedemonte andino-amazónico colombiano.

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