Piedra tacita quebrada de El Olivar, Viña del Mar, Chile.

Rocío Cerda Mora.
Chile

Piedras tacitas: el despertar de la memoria ancestral

Cocreadores

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Feb 15, 2022 Compartir

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Las piedras tacitas son vestigios milenarios que se encuentran en la zona central de Chile. Parte del movimiento que busca protegerlas está constituido por integrantes de varios pueblos originarios en la región de Valparaíso y también por activistas medioambientales y pobladores que encuentran en ellas un poderoso referente de identidad territorial y ancestral.

Una gran piedra

Es el día de la convocatoria para desenterrar un importante vestigio al interior de la región de Valparaíso en la zona central de Chile. 

Poco a poco van llegando los integrantes del Equipo de Defensa del Patrimonio Ancestral Piedras Tacitas y otras organizaciones que se reúnen en la estación de tren Peñablanca, en la comuna (municipio) de Villa Alemana.

Sus miembros son jóvenes y adultos pertenecientes a los pueblos originarios Mapuche, Diaguita y Aymara, más ambientalistas y arqueólogos que se van congregando en el andén de la estación, cargan palas, escobillones, azadones, hierbas medicinales e instrumentos ceremoniales. 

Expectantes conversan sobre la intensa jornada que les espera para la recuperación de una roca ancestral sepultada por las remociones de tierra que produjeron las faenas (trabajo) de una inmobiliaria en el sector rural del Cajón de Lebu, ubicado en los cerros de Peñablanca.

Se trata de un ejemplar de piedra tacita, cuya característica principal se distingue por presentar holladuras o concavidades en su superficie. 

Estas rocas se han encontrado a lo largo de la zona central y Norte Chico de Chile con una data de 300 ac (antes de Cristo) a 1000 dc (después de Cristo), lo que incluso podría ser mayor aún, según la arqueóloga y académica de la Universidad de Chile, Nuriluz Hermosilla.

Si bien no existe una fecha concreta, Nuriluz relata que en el sector de Placilla, comuna de Valparaíso, se han encontrado conjuntos de piedras en donde también se hallaron estratos o capas de tierra vinculados a los pueblos llamados arcaicos, lo que podría indicar una antigüedad de los vestigios equivalente a los 6000 años a. de c.

Ya es mediodía en Villa Alemana y la gente reunida en la estación Peñablanca se reparte en varios vehículos para llegar al escarpado cerro que conduce a la piedra tacita en el Cajón de Lebu.

Al llegar al lugar, el grupo se congrega al costado de lo que hace solo unos meses albergaba un pequeño bosque y un riachuelo. Ahora solo queda un camino que terminó sepultando la piedra tacita.  Es evidente la rapidez con la que las inmobiliarias mutan el paisaje en los sectores rurales de Valparaíso. 

Alex Malwe, integrante de Jóvenes Indígenas de Valparaíso, indica que el encuentro tiene como objetivo proteger a la piedra de firmas inmobiliarias que en esa ciudad, y en otras de Chile, han irrespetado la legislación vigente y han destruido estos vestigios.

“Sabemos que hay un Estado desprotector de estas piezas, que para nosotros tienen un significado diferente al que tiene el huinca (extranjero conquistador en mapuchezungun, idioma del pueblo Mapuche),*. Ya vemos como está debajo del camino y así las hemos visto en cada uno de los territorios que vigilamos: sujeta a amenazas (...) Vamos a despertar este newen (fortaleza) así que tiene que ser con todo el respeto y el cariño que tienen nuestros pueblos”, anuncia Alex a los presentes antes de comenzar las excavaciones.

Las piedras tacitas, como es el caso de todo objeto antropo-arqueológico, paleontológico o de formación natural que existe en el territorio chileno, son consideradas “como monumentos nacionales y quedan bajo la tuición y protección del Estado”, según señala la ley 17.288.

Sin embargo, son varios los sucesos en donde estos vestigios han resultado dañados en las regiones colindantes de Valparaíso y Metropolitana. En el sector de Pillulleo, comuna de María Pinto, se reportó en junio del 2021 que algunas de estas piedras fueron arrasadas tras la adaptación del terreno para el monocultivo de paltos. Durante el mismo mes, la alcaldesa de la comuna de Mapuche de Quilpué, Valeria Melipillán, denunció ante el Ministerio Público una posible sustracción de otras piedras tacitas en el sector de Colinas de Oro, según informó el medio El Desconcierto.

Frente a estos hechos, el Equipo de Defensa del Patrimonio Ancestral Piedras Tacitas ha denunciado desprotección y negligencia de la institución que debe velar por el cuidado del patrimonio originario, al no actuar frente a los daños e irregularidades de la empresa privada o concesionada cuando desarrolla proyectos inmobiliarios. 

La misma denuncia la había hecho en 2020 el diputado por la Región de Valparaíso, Diego Ibáñez, quien le solicitó al Ministerio de Bienes Nacionales y a la Municipalidad información sobre las condiciones arqueológicas y paleontológicas implementadas en ciertos predios al norte de la ciudad de Quilpué. Tras casi un año, el legislador denunció que la información no había sido aún proporcionada, según comunicó al medio Pura Noticia en junio de 2021

La jornada en los cerros de Peñablanca avanza y luego de que los integrantes del pueblo Mapuche hicieran un llellipun (rogativa) y de challar la tierra (regar agradeciendo) en el caso del pueblo Diaguita, la piedra tacita en el Cajón de Lebu, poco a poco comienza a aparecer. 

“La piedra es una abuela que nos eligió a nosotras para su protección”

Las piedras tacitas han sido reconocidas y resignificadas por distintos pueblos originarios de Chile, y hoy parte de ellos luchan porque el Estado no reconoce el valor cultural y espiritual de estos materiales sagrados.

Como afirma el académico Mapuche de la Universidad de Chile, Salvador Millaleo, la relación histórica entre los pueblos originarios y el estado de Chile ha sido de exclusión, situación que es esperable revertir dentro del proceso de elaboración de una Nueva Constitución que actualmente se lleva a cabo en el país.  

Particularmente, acerca de la ley de patrimonio nacional, la abogada y Máster en Gobernanza y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Madrid, Consuelo León, sostiene que la norma promueve una concepción del resguardo de los bienes materiales e inmateriales completamente alejada del pensamiento de los pueblos ancestrales.

En este sentido, Consuelo recalca que entre los máximos referentes culturales de los pueblos originarios pueden encontrarse elementos naturales como los ríos, los bosques, las piedras y los animales.

“No ven las expresiones culturales, religiosas, ni a ellos mismos como seres humanos, ni como familia y comunidad sin estar asidos de la tierra. Las expresiones de los pueblos originarios están enraizadas en el territorio, en la tierra y en la biodiversidad”, dice Consuelo.

Actualmente, pueblos originarios como el Diaguita y Mapuche resignifican, protegen y honran las piedras tacitas.

En el caso del primero, se indica que estas se llenaban de agua para ver las estrellas “porque cuando un ser amado muere se convierte en una estrella”, explica Gastón Vera, dirigente Diaguita.

De acuerdo con el relato de Alex Malwe, las piedras tacitas eran parte de la ritualidad local Mapuche y también de su vida cotidiana. “Mi abuela jugaba a la molienda en piedra tacita, pero también tenemos que entender que no solamente se usaba para la molienda sino para actos rituales. Acá mucho se trabajaba con la sangre del luan (guanaco) y también con las aves. Había lawen (medicina) con carne y sangre de algunas aves nativas, pero entendiendo que ese molfun -esa sangre- era también una entrega y era parte de una ceremonia particular de convivencia con un territorio”.

Para la arqueóloga Nuriluz Hermosilla, el patrimonio como tal no existe sino que más bien se comporta como un campo político en disputa, en donde la versión predominante choca con la de los pueblos originarios.

“Como arqueólogos tenemos que ver a los primeros que construyeron las piedras tacitas y cuáles son sus conceptos, pero también respetar a los pueblos más recientes que también se están apropiando para protegerlas y proteger los sitios, y que se den cuenta que es importante tanto la roca misma como lo que hay  alrededor”, precisa Nuriluz.

“A simple vista es algo de nuestro ancestros que por algo están reflotando las piedras tacitas”, dice una papay (mujer adulta) que participa en la jornada de Cajón de Lebu y quien solicitó no revelar su identidad.  “Algo nos quieren decir nuestros antepasados, nuestros ancestros y ancestras, y con ese fin estamos logrando rescatar la piedra tacita acá en la zona del Cajón de Lebu”, agrega. 

“La piedra nos vino a mostrar todo lo que allí habita, la piedra es una abuela que nos eligió a nosotras para su protección”, comenta también Rayen Serrano casi al término de la faena entre los cerros de Villa Alemana.

Rayen es también vecina de El Olivar, ubicada al interior de la famosa y turística ciudad de Viña del Mar y a unos 20 kilómetros al oeste de Peñablanca. El Olivar lleva año y medio defendiendo su bosque y su quebrada tras el paso de una inmobiliaria, y en cuyas inmediaciones descubrieron recientemente una nueva piedra tacita.

La Quebrada de El Olivar resiste

Hace más de un año ella y sus vecinos han visto cómo la quebrada y el humedal que rodea la villa que habitan están quedando sepultados por un extenso complejo habitacional social emplazado sobre su cauce de agua y que contempla la construcción de más de 370 departamentos repartidos en 19 torres.

A días de iniciar las faenas, en agosto del 2020, los vecinos de El Olivar denunciaron irregularidades relativas a la corta de especies nativas.

En los meses siguientes se registraron más de 50 denuncias de particulares, además de las efectuadas por la Corporación Nacional de Forestación (Conaf), en contra de la Constructora Beltec Ltda. y el Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu) por el concepto de “corta de bosque nativo de conservación y protección, además de corta de bosque nativo de preservación, sin previos planes de manejo vigente aprobados”.

Pese a no contar con los permisos legales, la constructora continuó talando especies, lo que fue registrado en distintas fiscalizaciones en terreno como las de septiembre y octubre del 2020, tal como se describe en la respuesta de Conaf al oficio del Presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara, Diputado Ricardo Celis.  

En noviembre del 2020 el Segundo Juzgado de Policía Local de Viña del Mar había ordenado a los denunciados paralizar las faenas, lo que no se cumplió, como se expresa en el documento.

Frente a la tensión generada entre quienes denuncian el daño ambiental que significa la construcción y quienes ven en este proyecto el acceso a una vivienda digna, Rayen, integrante de El Olivar Organizado, ha señalado que la constructora Beltec y su inmobiliaria Aginva abusan del sueño de la casa propia.

“En la comuna de Placilla, años atrás, la misma empresa construyó un complejo de vivienda social sobre un estero y hoy la gente no puede vivir ahí porque están llenas de hongos”, explica Rayen. 

Al respecto, habitantes del condominio social Francisco I, etapas 1, 2 y 3, de la localidad de Placilla, en la comuna de Valparaíso, más la organización Salud Cumbres de Placilla y la Defensoría de la Vivienda y el Buen Habitar, levantaron en marzo del 2021 un requerimiento en la Contraloría General de la República para investigar sobre el grave deterioro en la construcción de las viviendas que fueron entregadas por Serviu en el 2018 y edificadas por la Constructora Beltec.

Los vecinos acusan daños estructurales, plagas y hongos con una afectación del 90%. Serviu concluyó en un informe técnico que no habría evidencia de tal deterioro estructural y recomendó postular a proyectos de mejoramiento, situación que se contradice con la investigación de la Contraloría, donde se concluye que Serviu no fiscalizó oportunamente los trabajos

Sin embargo, si bien la eliminación de las empresas infractoras dentro del Registro Nacional de Constructores ha sido una moción solicitada por el Diputado Marcelo Díaz en la Cámara, la responsabilidad del Serviu también es alta, pese a que comunicacionalmente pase más desapercibido. 

En diciembre del 2021 se solicitó una entrevista a la Constructora Beltec Ltda. con el fin de conocer su versión respecto a los antecedentes presentados en este reportaje, petición que no ha tenido respuesta hasta la fecha, 14 de febrero de 2022.

La intuición que llevó a descubrir una piedra tacita en El Olivar

A fines de septiembre del 2021, agrupaciones de pueblos originarios y vecinos de la población El Olivar presentaron una petición escrita en la Municipalidad de Viña del Mar para la protección de una piedra tacita que fue encontrada en la misma quebrada que hace más de un año se ha visto intervenida por la construcción del complejo habitacional Alto Horizonte.

El hallazgo se efectuó gracias al dato que una joven mujer, vecina del sector y quien solicitó reserva de la identidad, compartió luego de que por medio de una intuición logró dar con la piedra milenaria. 

“En un día de mucho ruido, de mucha energía corporal, como de esa inquietud que te dice que tenís que hacer, que tenís que moverte (...) Algo que no sé… solo que se siente, que te mueve la cuerpa (… ) fuimos descubriendo que habían muchas piedras y hay muchas que están ocultas, sin embargo la tacita estaba siempre al lado del paso de todas las personas”, relató la joven.

En la organización de El Olivar los activistas prefieren resguardar su identidad frente a las represalias y violencia extrema a la que lamentablemente están sujetos los defensores ambientales en Chile.

“Tenemos un afloramiento importante de piedras por acá y cerca de los territorios aledaños hay piedras tacitas”, explica Paula, otra vecina de El Olivar Ecorganizado. “Entonces nosotros conversábamos constantemente de que acá debería ser un territorio ancestral donde hubiese una piedra tacita porque se va siguiendo una ruta finalmente”, agrega.

“Un día decidimos venir por acá, registrar bien el territorio, entrar hacia arriba e ir verificando y cuando nos estábamos yendo, se vio acá que había una piedra tacita”, continúa. “Está super cubierta, hay diferentes tipos de árboles que la están protegiendo. No está a simple vista y el hecho de poder verla requiere de un cierto llamado que yo creo que es ancestral, inclusive del espíritu que puede estar acá, de un espíritu protector de una abuela que está acá”, sostiene Paula.

El suceso ha resignificado y fortalecido a quienes defienden el territorio, especialmente de la organización de El Olivar. “Porque estábamos en un momento, unos meses atrás, igual de desesperación porque seguía -bueno, sigue la construcción-, pero esto nos dio como un nuevo resurgir para una nueva fuerza y nuevo juego para seguir con otro simbolismo, con otra raíz de la protección que se está dando, y esa fuerza nos la dio en un momento en donde  ya estábamos empezando a soltar, con un sentido mucho más profundo al que también necesitábamos llegar”, explica Paula. 

Para la Lonco -autoridad política Mapuche- de la comunidad Relmu Rayen Choz Lafquen, Patricia Antillanca, el descubrimiento de las piedras tacitas responde a un importante proceso de revelación por parte de los ancestros, el cual también ha integrado en el reciente tiempo la búsqueda de antiguos cementerios.

“Los vamos a descubrir pidiendo Chaw Ngünechen (Deidad mayor) en el pewma (sueño) que nos muestre y nos lleve donde está el cementerio de nuestros ancestros porque si fuese así, sería maravilloso porque podríamos proteger todo el territorio. Hay mucho que cuidar, mucho que proteger porque si ya las piedras tacitas se están mostrando hoy en día, se están subiendo, se están despejando para que uno las vea porque nuestros ancestros están pidiendo que los ayudemos a proteger, a cuidar”, señala la Lonco Patricia Antillanca.

“Aún permanecemos, aún estamos vivos”

El 2022 comienza y la construcción en El Olivar ha continuado.

Pese a la incertidumbre del avance o retroceso de los tiempos de pandemia y pese al momento político que remueve a Chile desde el estallido social de octubre del 2019, en donde las protestas masivas contra la precariedad económica y social se han orientado en parte importante dentro de un proceso constituyente, las acciones por la defensa del patrimonio de las primeras naciones en Valparaíso se han mantenido. 

El gesto de las piedras tacitas en medio de los conflictos sociales y ambientales de la zona ha sido acogido como un signo de un antiguo lazo con el territorio que revalida las formas propias de sus antiguos habitantes y que también entrega un horizonte de colaboración entre las actuales organizaciones. 

“Creo que hay una memoria colectiva olvidada”, expresa la joven vecina que presintió la piedra tacita hallada en El Olivar, “y hay que rescatar esa memoria en la búsqueda por llegar hacia otros vecinos también, con quienes compartieron la misma cancha de tierra, el mismo paso para llegar a la casa, y otros tantos episodios comunes “donde la tierra nos ha protegido”.

El líder  Mapuche Alex Malwe dice que no se trata de defender una simple piedra o los árboles de una quebrada más, corresponde al respeto por la existencia natural previa a la humana y de los antepasados. 

“Nuestra primera gran reflexión cuando nos auto convocamos fue que nuestra cultura donde mayormente permanece es en los bosques, en la vegetación de este territorio, donde mi bisabuelo y mi bisabuela sabían para qué servía cada uno de los árboles nativos, de los lawenes (hierbas medicinales) que se sacaban acá y esa transmisión ha sido importante para volver a los bosques, para volver a entendernos con el territorio y hacerles entender a quienes hoy en día quieren venir a destruir que los que acá aún permanecemos, aún estamos vivos”, expresa Alex Maulen, integrante de Jóvenes Indígenas de Valparaíso.

“Uno dice se va a llenar de edificios, se va acabar nuestra medicina”, señala la Lonco Patricia Antillanca. “Se va acabar nuestra agua, porque donde va corriendo esta agua, este menoco (fuente natural de agua), en sus orillas está nuestra medicina que nosotros vamos a buscar para poder hacer nuestro lawen, poder sanar las enfermedades, poder ayudar a nuestras familias. Por eso es importante defender estos espacios y por eso estamos apoyando a nuestros lamgenes (hermanas dicho por mujer) en El Olivar, para poder defender esas áreas y que no se construyan más edificios, que no se hagan cerca y destruyan nuestra naturaleza”, complementa.

En este caminar, otras voces y otros protagonistas son quienes han revelado una vez más la poderosa fuerza de la tierra  para la transformación del presente. Es la voz de las piedras que, como dice Alex, hoy les hablan con urgencia a los Mapuche y no Mapuche.

*Todas las palabras de este artículo están escritas en mapuchezungun, idioma del pueblo Mapuche.

Nota. Esta historia hace parte de la serie periodística Caminos por la Pachamama ¡Comunidades andinas en reexistencia!, y se produjo en un ejercicio de cocreación con periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de la Red Tejiendo Historias (Rede Tecendo Histórias), bajo la coordinación editorial del medio independiente Agenda Propia.

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