Una de las labores de los guardapáramos o urku kamak es proteger los nacimientos de agua. Foto: Juan Chulco.

Ecuador

Los guardapáramos recuperan fuentes de agua en dos comunidades de Salinas

Cocreadores

Conoce a las y los integrantes de este proyecto >

Mar 10, 2022 Compartir

Consulta este contenido en los idiomas y lenguas

Las comunidades Natawa y Yurak Uksha, del pueblo originario Waranka, de la parroquia rural de Salinas, Ecuador, protegen los páramos y los nacimientos de agua mediante el trabajo comunitario que realizan los guardapáramos o urku kamak, en lengua kichwa. Tras más de una década de este proceso como cuidadores han recuperado sus vertientes, las plantas nativas y la fauna silvestre, y su preocupación por la escasez del agua ha sido superada.

Las comunidades Natawa y Yurak Uksha, del pueblo originario Waranka, de la parroquia rural de Salinas, Ecuador, protegen los páramos y los nacimientos de agua mediante el trabajo comunitario que realizan los guardapáramos o urku kamak, en lengua kichwa. Tras más de una década de este proceso como cuidadores han recuperado sus vertientes, las plantas nativas y la fauna silvestre, y su preocupación por la escasez del agua ha sido superada.

En 2008, debido a que el agua disminuía en Salinas, -conocida por sus grandes rocas, cuevas arqueológicas y las minas de sal-, en Natawa y Yurak Uksha pusieron en marcha la iniciativa de los urku kamak en esta zona ubicada a 20 kilómetros de la ciudad de Guaranda, capital provincial de Bolívar.

De acuerdo con Édgar Punina, presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado Parroquial (GAD-P) de Salinas, el sobrepastoreo de las ovejas generó escasez de agua en las vertientes, donde están asentadas las comunidades de Yurak Uksha, Natawa, Pachancho y Rincón de Los Andes, por lo cual la labor de los urku kamak para cuidar las fuentes hídricas se volvió fundamental.

Lo mismo asegura el dirigente Mesías Córdova, de 50 años, y quien ha sido líder en los territorios a nivel local, provincial y regional de las organizaciones de la nación kichwa y defensor de los derechos de la naturaleza de la parroquia de Salinas. “La principal causa de la destrucción de la capa natural de los páramos fue la actividad descontrolada y desmedida de los habitantes de las comunidades que priorizaron buscar recursos económicos con la crianza del ganado ovino y vacuno”, sostiene.

Los relatos de los indígenas también hacen referencia a que antes del 2008 los habitantes debían caminar hasta lugares distantes para buscar agua. Así lo vivieron los pobladores de Yurak Uksha, ubicada a 15 minutos del centro de la parroquia de Salinas. “Las familias solían caminar aproximadamente una hora para traer el agua de uno de los pugyos o vertientes que estaba ubicado al sur de la parroquia. Llevaban los baldes y los galones y luego regresaban cargados a espaldas, de esta manera se abastecía del líquido para el consumo diario y otras necesidades”, recuerda Orlando Córdova, habitante de la comunidad y gerente del emprendimiento de la marca Yurak Uksha que elabora turrones de dulce, queso andino y canastas de paja. 

La escuela de Yurak Uksha tampoco tenía agua. “Los niños debían llevarla desde sus casas para la preparación de los alimentos del desayuno escolar y su aseo diario, como el lavado de manos”, recuerda Orlando.

Además, los pobladores notaron que con el paso de los años fueron desapareciendo especies de flora y fauna.

Pero no solo el servicio de agua era insuficiente en la zona rural, también afectó a los pobladores del casco urbano de Salinas.  “Hace diez años empezó a afectar la sequía, recordamos que un día se secó el agua para el consumo en los barrios del centro parroquial, teníamos que esperar una noche entera para juntar el agua y bañarse y luego utilizar para los quehaceres de la casa”, recuerda Libia Salazar, integrante de la Asociación de Desarrollo Social Artesanal de Salinas.

En 2008 el Instituto de Ecología y Desarrollo de las Comunidades Andinas (Iedeca) realizó un proceso de investigación comunitaria para identificar las causas y lograron establecer que se debía al sobrepastoreo de ovejas y aumento de ganado bovino en la zona de los páramos, así lo asegura Rodrigo Chontasi, técnico ambiental de Iedeca, testimonio que también dieron los líderes indígenas. 

Por eso las comunidades decidieron crear la iniciativa de guardapáramos que en su momento fue impulsada por el dirigente Raúl Ramos, recuerdan los entrevistados, con el objetivo de realizar un trabajo colectivo para tener reservas de agua, cuidar los animales y la vegetación de la zona.

Adicional, entre 2008 y 2010 Iedeca desarrolló un plan de concientización y capacitación para determinar las zonas de reserva hídrica en las comunidades de Natawa, Yurak Uksha, Rincón de Los Andes y Pachancho. Mediante un consorcio interinstitucional trabajaron en la sensibilización sobre la conservación del páramo, que es el único espacio estratégico para la regulación y retención del agua, dice Rodrigo Chontasi.

“En los últimos 10 años se han logrado reducir los incendios forestales en los páramos que estaban dejando suelos desérticos a causa del sobrepastoreo de ovejas, considerada una mala práctica agrícola, y lo más importante, se acordó declarar áreas de reservas comunitarias”, asegura Rodrigo, quien recuerda que la comunidad de Yurak Uksha hace 10 años era un sitio bien seco.  “Pero actualmente ya cuentan con agua segura, de la misma manera la comunidad de Natawa en época de estiaje (verano) tenía que pedir auxilio a la municipalidad o al gobierno provincial para que abasteciera de agua, hoy ya no tienen ese problema, porque las reservas o las áreas protegidas inclusive nos han ayudado a recuperar las lagunas que antiguamente existían”, agrega el funcionario ambiental.

En otras comunidades aledañas a Yurak Uksha y Natawa el mismo proceso de conservación de los páramos aún no tiene avances. Mientras que en las dos comunidades con el trabajo de los guardapáramos ya han iniciado con la cosecha del agua como resultado del proceso de cuidar las reservas comunitarias.

Los guardapáramos o urku kamak

La primera comunidad en implementar los urku kamak fue Natawa en 2008. El proceso inició con la declaración de 346.40 hectáreas de reserva de páramos, de las 10 mil hectáreas de extensión territorial, según dice Juan Chulco Masabanda, expresidente de la comunidad y guardapáramo.

“El principal objetivo es recuperar y conservar la vegetación primaria y las fuentes de agua. En el resto de los terrenos se cultivan pastos para ganado lechero, y se siembran tubérculos y hortalizas para el consumo de las familias”, explica Juan. 

En Natawa, las 40 familias que integran la comunidad son urku kamak. Tanto hombres como mujeres participan por turnos en las distintas labores para cuidar los páramos.

Los urku kamak tienen como función realizar recorridos semanales en la zona de reserva para registrar si hubo pastoreo de ovejas de las familias de comunidades aledañas y daño a las plantas, la tala de pequeños arbustos y, en la época de verano entre los meses de junio y octubre, incendios forestales. Con eso elaboran un informe respaldado con fotografías para luego exponerlo en la asamblea mensual. Y al final de su tarea, según Juan, reciben un reconocimiento de diez dólares pagados con los fondos comunitarios que provienen del aporte o colecta entre los propios habitantes. 

Juan, quien ha monitoreado la reserva, dice emocionado que en más de 14 años de trabajo de conservación de los páramos hay cambios que benefician a las familias de la comunidad. “Por ejemplo, en la actualidad hay suficientes caudales o vertientes de agua para el consumo humano y para el riego, inclusive hay un río que atraviesa la localidad cuya agua utilizan las microempresas comunitarias, implementadas en 2016, para elaborar quesos de leche de vaca y de oveja. El siguiente proyecto es contar con senderos turísticos”.

También comenta que Natawa se ha convertido en un “mirador por el frondoso paisaje que ofrece, además es un ejemplo de vida comunitaria en armonía con la naturaleza en donde se practica la solidaridad y la reciprocidad, no sólo entre las familias, sino con la Pachamama, la Madre Tierra”.

Los recorridos que hacen los urku kamak duran entre 4 y 5 horas, travesías en las que aseguran que se ven cada vez más animales silvestres, como el lobo, el zorro, los conejos, las vicuñas (un camélido que vive en esta región andina), el chukuri (un roedor del campo), el kurikinke (ave emblemática) y el ligli (un ave que sobrevuela las pequeñas lagunas). También se han restaurado plantas nativas como el kishwar, el pantza o árbol de papel, el chukirawa, entre otros, según asegura Édgar Punina, presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado Parroquial GAD-P de Salinas. 

“Es emocionante observar la zona de reserva, es donde se respira aire puro, se disfruta del paisaje natural. Mientras se recorre el lugar se aprovecha para tomar fotos a las plantas que se sembraron con el plan de reforestación y que están creciendo”, comenta Juan.

Además, y gracias al trabajo de protección de los páramos, han logrado reponer el caudal de los cinco pugyos o vertientes de agua que habían desaparecido por completo debido a malas prácticas agrícolas, pastoreo descontrolado y a incendios forestales, según Orlando.

En Yurak Uksha decidieron que los representantes de las 55 familias ejerzan como guardapáramos. Cada familia delega a una persona para que realice el recorrido mensualmente, de acuerdo con la resolución comunitaria. Además, los jóvenes que cumplen los 18 años también se convierten en urku kamak motivados por sus padres y madres, quienes se han encargado de contarles las dificultades que vivió la comunidad por la escasez del agua.

“Las personas asignadas cumplen con la tarea de verificar que las plantas sembradas no estén destruidas, que las fogatas no afecten a los los pajonales y generen incendio forestal, también revisan la señalética puesta en todo el territorio comunal”, describe Orlando sobre la rutina de los guardapáramos.

En Yurak Uksha también hacen recorridos por todo el territorio que duran aproximadamente ocho horas. Una vez finalizado el trayecto, presentan un informe por escrito a la asamblea contando las novedades.

“Antes de contar con la zona de reserva y el trabajo de los guarda páramos, la comunidad contaba con un litro de agua por segundo que prácticamente no alcanzaba para ninguna de las necesidades de las familias, pero actualmente el caudal del agua se ha incrementado a veinte litros por segundo, según la medición realizada por la propia comunidad. Logramos recuperar las principales vertientes de agua”, afirma Orlando.

Otro aspecto positivo que comenta es que las aves más emblemáticas como el kurikinki, el mirlo, el guarro, el pato, el tunki y el ligle, que vivían en los pajonales y en el páramo, han regresado a ocupar su hábitat natural. De la misma manera se ven con frecuencia otros animales como el churu o caracol de páramo y las ranas. En cuanto a la recuperación de la flora, se encuentra el chukirawa, el arquitecto, la valeriana, el tarakzaku, la chilka, el piquil y el mortiño, plantas que ayudan a mantener la humedad del suelo en la zona de reserva. 

Reservas y reforestación

Declarar áreas de reserva ha sido fundamental para el cuidado del medio ambiente en la parroquia de Salinas. Iedeca reseña que en Natawa tiene declarado una área de 346.40 hectáreas, en Rincón de Los Andes 307.84 hectáreas, en Pachancho 205.50 hectáreas, en Yurak Uksha 386.45 hectáreas, en Yakubiana 156.7 hectáreas y en la comunidad de Verde Pamba dispone de 15.51 hectáreas.

“En total son 1.417 hectáreas de reserva hídrica que cuentan las comunidades y están en procesos de recuperación”, informa Rodrigo Chontasi.

Adicional, el gobierno parroquial apoya la iniciativa de los guardapáramos con la adquisición de plantas nativas para la reforestación de las zonas declaradas como reserva, “inclusive se han empezado a sustituir los árboles exóticos, como el pino, sembrado en el año 2000 mediante los proyectos de apoyo de varias instituciones privadas”, recalca Édgar Punina.

Otra de las iniciativas comunitarias que apoyan la labor de los guardapáramos son las mujeres de la Asociación de Desarrollo Social Artesanal de Salinas, organización que fabrica prendas de vestir con lana de ovejas y alpacas y en la que trabajan mujeres de siete comunidades, entre ellas, Yurak Uksha y Natawa.

Con los recursos de sus productos apoyan y sostienen el trabajo de los urku kamak, “quienes cuidan y protegen los colchones naturales en donde nace el agua”, dice Libia Salazar, de la Asociación de Desarrollo Social Artesanal de Salinas. Además acompañan procesos de reforestación. “Como resultado en estos últimos dos años se ha mejorado el caudal y el servicio del agua también se ha normalizado y estamos convencidos de que este avance nos va a garantizar el abastecimiento del agua”, concluye Libia Salazar. 

Los moradores mencionan que labores como las de los guardapáramos o urku kamak, así como el trabajo de las 28 microempresas distribuidas en las distintas comunidades de la parroquia de Salinas que industrializan la leche, carne, fruta y lana, entre otros, requieren apoyo, especialmente en la misión de proteger los recursos naturales como los páramos y parte del volcán Chimborazo, y de esa manera garantizar una producción de alimentos para el consumo local y fortalecer el turismo comunitario como una alternativa sustentable y amigable con la Madre Tierra.

Nota. Esta historia hace parte de la serie periodística Caminos por la Pachamama ¡Comunidades andinas en reexistencia!, y se produjo en un ejercicio de cocreación con periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de la Red Tejiendo Historias (Rede Tecendo Histórias), bajo la coordinación editorial del medio independiente Agenda Propia.

Comparta en sus redes sociales

1803 visitas

Comparta en sus redes sociales

1803 visitas


Comentar

Lo más leído


Ver más
image

Rituales para llamar la lluvia, la respuesta espiritual de los Yampara a la sequía

Espiritualidad para combatir la sequía que afecta a familias indígenas productoras.

image

Indígenas en México son guardianes de la abeja nativa pisilnekmej

La cosecha de la miel de la abeja melipona, especie sin aguijón, es una actividad ancestral de los pueblos indígenas Totonakus y Nahuas en la Sierra Norte de Puebla, en México. La producción beneficia económicamente a las familias y les permite proteger el territorio, pero hay serias amenazas sobre la actividad.

image

Las plantas medicinales, el legado del pueblo Misak

Un sabedor tradicional, una partera y un cuidador protegen el uso de las plantas, uno de los legados del pueblo indígena Misak. En la casa Sierra Morena siembran más de 200 especies de flora que utilizan para sanar las enfermedades físicas y espirituales de sus comunidades en el municipio colombiano de Silvia, en el departamento del Cauca.